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¿Cuáles son las normativas de referencia?

La madera y su correcta protección.

Las normativas sobre la madera son un instrumento muy útil para definir el mejor método para garantizar la protección de la madera en cualquier situación de riesgo.

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A nivel europeo se han identificado los parámetros para obtener la protección adecuada de las estructuras de madera. Se habla de elección de la durabilidad de la madera, de protección constructiva y de protección química. Se trata de términos complejos, pero en realidad son conceptos muy sencillos y útiles para poner en práctica.

Cuando se construye una estructura de madera, es necesario plantearse siempre cómo protegerla de sus enemigos que son, además del fuego, el ataque biológico (hongos e insectos) y el ataque meteorológico (sol y agua). Considerando ya durante la fase constructiva la defensa de la madera, se pueden elegir esencias de madera más resistentes y sistemas de construcción que ofrezcan mayor protección a la madera. La norma EN 350 clasifica y define el grado de durabilidad de las diversas especies de madera (visualizar la tabla EN 350). Maderas exóticas, como por ejemplo la teca, tienen una resistencia natural claramente superior a maderas de conífera locales, como por ejemplo el abeto y el pino. Es por esta razón que mobiliario y suelos para jardines se realizan siempre más a menudo con esencias de madera exóticas, pero en la madera de construcción, por motivos económicos y de renovabilidad de la materia prima que prolifera en nuestros bosques, nuestras maderas encuentran mayor uso aunque necesitan mayor atención. Considerando estos aspectos, se pueden efectuar elecciones constructivas adecuadas, como por ejemplo diseñar coberturas muy sobresalientes y evitar que haya zonas de acumulación de agua, las denominadas «trampas de agua».

Si la elección de la madera y el tipo de protección constructiva no fueran suficientes, sería necesario adoptar sistemas de protección química siguiendo los criterios de elección correctos. La norma EN 335 define las distintas clases de uso en las que la madera se puede encontrar y el correcto tratamiento protector que se tiene que elegir. Las situaciones que se pueden presentar son múltiples. La madera se puede colocar en ambientes interiores con humedad y temperaturas controladas, o bien en situaciones con mayor humedad o expuesta al exterior, al mal tiempo, en contacto directo con el terreno y con el agua o incluso sumergida en el agua. Evidentemente, para cada situación el riesgo aumenta y la protección se tiene que elegir en consecuencia. La protección química que se obtiene mediante la aplicación en superficie de protectores con pincel, con pistola o con máquinas que permiten sólo una profundidad de impregnación limitada, se limita a la clase de riesgo 3.2, que incluye todas las estructuras completamente expuestas al exterior, pero que no están en contacto con el terreno y con el agua, y las inferiores. Para estas estructuras las protecciones necesarias pueden ser contra los hongos, los insectos y contra los agentes atmosféricos (véase tabla clases de riesgo).

La norma EN 599-1 define las pruebas a las que se tiene que someter un protector para las diversas clases de uso. Pongamos un ejemplo: si para una estructura expuesta en el exterior, pero cubierta, es necesario que esté protegida contra hongos e insectos, el producto utilizado tiene que haber pasado las pruebas europeas relativas a cada uno de los riesgos destacados. En la norma EN 599-1 se enumeran los nombres de las pruebas de referencia.

La elección será más sencilla cuando todos los productos se hayan registrado según la directiva biocidas. La Unión Europea ha elegido esta directiva para controlar los principios activos que se introducen en el mercado, pero al mismo tiempo comprueba también su eficacia. Esto significa que si un producto está registrado según la directiva biocidas, automáticamente demuestra que ha superado todas las pruebas enumeradas en la normativa EN 599-1 y, por lo tanto, será suficiente leer la ficha técnica, ver si el producto está registrado y controlar las características de protección enumeradas. Si se corresponden con la clase de uso prevista, obtendremos la protección adecuada de conformidad con las normas.

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